Nuestras Secciones

Menu

martes, 6 de julio de 2010

La "justicia" para Atenco

El amparo concedido para los doce presos de Atenco ha pasado hasta ahora como la panacea de la justicia, como la prueba de que existe en nuestro país un sistema judicial capaz de inclinarse por las causas de los movimientos sociales contradiciendo al mismísimo Estado y a los intereses del capital.Haciendo un balance de los conflictos entre la sociedad y la case dominante en los que la Corte ha intervenido queda clara la falsedad de esa percepción.

Los fallos "progresistas" de los majistrados se han limitado a casos en los cuales no ha peligrado la cabeza de funcionario o empresario alguno (libertades civiles como la despenalización del aborto o los matrimonios homosexuales), mientras que sus verdictos en favor de los poderosos han salvado a éstos de pagar sus culpas cuando éstas han sido más que evidentes (los casos de la guardería ABC o del deleznable Mario Marín).



La sentencia dictada para Ignacio del Valle y compañía, por su parte, se limita a conceder a un movimiento social un mínimo de justicia que ni con mucho resarce el daño causado por las fuerzas del Estado a un pueblo entero. La injusticia cometida contra Atenco sólo fue coronada con las absurdas condenas dictadas contra los presos, pero esencialmente consistió en un brutal e inhumano escarmiento en contra de una multitud organizada que no hacía sino defender los lindes de la cuota de explotación capitalista que les parecía vivible. Los asesinatos, las violaciones tumultuarias y las torturas y palizas no tienen importancia alguna para la Corte, a ella sólo le interesa lavar la cara de un Estado cuyo único error, a su juicio, ha sido la criminalización de la protesta social. Hay que decir que, con ello, no hace sino atender a una de las quejas fundamentales que hoy enarbolan muchos luchadores sociales.

A contrapelo de esta tendencia, pienso que es necesario repensar en las estrategias con las cuales se combate al sistema. Si bien es cierto que enarbolar dicha denuncia resulta útil a la hora de la liberación de los presos, ésta parece que nos ha nublado la vista y nos ha hecho perder claridad a lo hora de distinguir los triunfos de las derrotas. Claro que la liberación de los atenquenses es celebrable, que todos nos alegramos de que estos dignos combatientes no vayan a pasar el resto de sus días en prisión. Sin embargo, esto no constituye avance alguno; por mucho que nos duela, Atenco es la más grande derrota que un movimiento social ha sufrido en nuestro país, quizás desde 1968 o desde la Guerra Sucia. El veredicto de la Corte en ningún sentido modifica esa situación, y deja claro que quien se atreva a intentar imponerse con contundencia a los intereses de un Estado que está cada vez más fincado en la coerción y menos en el consenso, recibirá balas, bombas de gas en la cabeza y será sometido a practicarle el sexo oral forzado a las fuerzas del orden, todo eso además de pasar por lo menos cuatro años en un penal de máxima seguridad. Llamarle a eso justicia, o victoria de los movimientos sociales está completamente fuera de lugar.

En ese sentido, los triunfos logrados en el marco de una táctica meramente defensiva y pragmática -la lucha por la "no criminalización de la protesta social"- no deben confundirse con triunfos del movimiento. Conseguir un avance dentro del marco del derecho burgués sólo amplía nuestro margen de acción hasta un límite que el Estado volverá a violar cada vez que la correlación de fuerzas se lo imponga. Por eso la Corte no condenará nunca a uno solo de los funcionarios implicados en los hechos, ni lo hará tampoco con Mario Marín ni con los que con su negligencia interesada dejaron arder una guardería repleta de niños; porque en última instancia es quien tiene el monopolio de la fuerza quien decide cuál es ese límite y quién puede transgrederlo quedando impune.

En el caso de Atenco, la justicia pasa por el castigo implacable al presidente en turno, a Peña Nieto y a todos y cada uno de los policías implicados. Pero por lo ya dicho, la Corte nunca ordenará ese castigo. Éste sólo puede ser ejecutado por los propios agraviados, por el pueblo mismo que fue inhumanamente violentado aquella mañana de mayo. Esa es la única justicia posible para Atenco, lo de la Corte del Estado y el capital es etrategia del poder para seguir siendo poder, por mucho que esto represente un precario equilibrio que por momentos no podamos sino celebrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario