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jueves, 8 de julio de 2010

El lado vergonzoso (del mundial)

Extraido de la revista Proceso. N° 1756 SUDáFRICA 2010 SUPLEMENTO
Beatriz Pereyra

Paralelo al trote de los goles, las tragedias y festines futboleros, el Mundial de Sudáfrica, que entra en su etapa definitoria, pasará a la historia por la inseguridad que ha cundido tanto en las calles de este país como en instalaciones oficiales y hoteles, aun en los de superlujo. A pesar de los robos, algunos a mano armada, el gobierno y la FIFA se empecinan en sostener que no pasa nada.

JOHANNESBURGO.- Si con la organización de la Copa Mundial de Futbol se pretendía, entre otros objetivos, demostrar que Sudáfrica era capaz de organizar un evento deportivo de gran magnitud, el gobierno de este país y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, pueden ponerse un tache.

Desde que en 2004 se supo de la elección de Sudáfrica para realizar la Copa del Mundo, la primera en el continente negro, no fueron pocas las voces que cuestionaron la capacidad organizativa de un país con tantos problemas sociales, que van desde la pobreza y el desempleo hasta la inseguridad.
El gobierno y la FIFA han declarado de manera reiterada que no hay inseguridad, pero los hechos demuestran lo contrario: periodistas y futbolistas han sufrido asaltos en las calles e incluso en las habitaciones de sus hoteles. Un aficionado se coló al vestidor de la selección de Inglaterra para increpar a los jugadores, y un grupo de ladrones robó en el hotel donde están hospedados los jerarcas de la FIFA. Además, se detectaron falsificaciones de boletos para los partidos y de los gafetes de prensa.
En Sudáfrica, un país con más de 12 millones de desempleados (25% de la población), tener un trabajo es un privilegio. Sin embargo, muchos patrones sólo ofrecen contratos temporales a cambio de bajos salarios, y casi siempre intentan abusar de los empleados.
El domingo 13, personal de seguridad privada contratado para trabajar en los estadios mundialistas realizó protestas en Ciudad del Cabo y Durban. Se quejaron porque recibían un sueldo inferior al pactado y trabajaban largas jornadas en pésimas condiciones.
Un guardia de seguridad adscrito al Soccer City desde que arrancaron las actividades mundialistas comentó a esta reportera que los trabajadores inconformes se manifestaron sólo en esas ciudades. Sin embargo, el Comité Organizador local y la FIFA temieron que las protestas se extendieran hasta Johannesburgo y optaron por rescindir el contrato de quienes trabajaban en este estadio.
“Llegamos a trabajar el jueves 17 pero nos dijeron que no podíamos entrar y que ya no viniéramos. La policía que estaba cuidando el estadio nos impidió el paso. Sabíamos que había compañeros que se estaban quejando en Durban y Ciudad del Cabo, pero aquí nadie había hecho nada. Nos dijeron que la FIFA temía que aquí también protestáramos, y para evitarlo nos despidieron”, explica el guardia, quien pidió el anonimato, pues si se sabe que habló ninguna empresa lo contratará.

Esquirolaje

La vigilancia en el encuentro entre Argentina y Corea del Sur disputado en el Soccer City el jueves 17 estuvo a cargo de la policía. Realizó esta tarea con tanta “eficacia” que en la sala de conferencias del estadio a un periodista le robaron su computadora portátil. Hasta el cierre de esta edición se seguía investigando lo sucedido.
El sábado 19, la reportera se acercó a un par de vigilantes asignados a la puerta “E” del Soccer City. Les preguntó por qué llegaron a trabajar ahí y qué había pasado con la seguridad privada. Uno de ellos contestó casi con sinceridad: “Nos mandaron para reforzar la seguridad porque el otro personal estaba fallando en algunas cosas, como dejar pasar sin boleto o sin acreditación”.
–¿Para reforzar la seguridad? Si apenas el jueves se robaron una computadora en la sala de prensa.
–Esos son rumores –respondió el otro policía.
Mientras hablaba con la reportera le dijo en zulú a su compañero: “No comentes nada. Acuérdate de lo que nos indicaron; que dijéramos que todo está bien”.
–Aquí nadie se ha robado nada, respondió el primer policía.
–¿Los trajeron porque despidieron a los que trabajaban aquí?
“No le digas que hay problemas” dijo, otra vez en zulú, su compañero.
–No, nosotros somos la policía nacional y sólo venimos a dar más seguridad, dijo con sequedad.
Esta reportera supo lo que el policía decía en zulú gracias a que Isaak, su guía, además del inglés, entiende las otras 10 lenguas que se hablan en Sudáfrica.
El Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (Cosatu, por sus siglas en inglés) fijó su posición en un comunicado difundido el viernes 18. Explicó que la utilización de la policía para vigilar los estadios deja indefensa a la ciudadanía y sin vigilancia a las ciudades.
 “La policía está dejando de cumplir su obligación y deja expuestas las comunidades y las área públicas. Entendemos que en situaciones de emergencia la policía tiene que acudir, pero no debería hacer tareas que originalmente fueron encomendadas a personal de seguridad privada”, consigna el boletín.
El Cosatu anunció también que el Ministerio del Trabajo investigará cuáles leyes fueron quebrantadas cuando se realizó el proceso de reclutamiento de los elementos de seguridad privada porque, de acuerdo con sus reportes, la mayoría no firmó contrato. Les pagaron menos de lo que les habían prometido, fueron maltratados y sometidos a jornadas laborales muy largas y en pésimas condiciones.
Las protestas afectaron a cinco de los estadios donde se efectúan los partidos de futbol. La policía se ha hecho responsable de la seguridad en los estadios de Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Durban, Polokwane y Port Elizabeth. Todos aquellos que soñaron que al menos durante el Mundial tendrían un empleo seguro están otra vez en las calles o, peor, en la cárcel.
El domingo 13, cuando se iniciaron en Durban las primeras protestas antes del partido entre Alemania y Australia, la policía arrestó a siete personas y dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos y balas de goma, porque se rehusaban a irse del estadio Moses Mabhida.
El viernes 18, en Ciudad del Cabo, los inconformes estuvieron reunidos en un lugar cercano al estadio Green Point antes y durante el encuentro Inglaterra-Argelia y muchos fueron arrestados “por participar en una reunión ilegal”.
El presidente del Comité Organizador Local, Danny Jordaan, se limitó a declarar en un boletín de prensa que se trata de un problema entre patrones y empleados. “Aunque apoyamos los derechos de los trabajadores, nos parece inaceptable que organicen sus protestas el día que se está llevando a cabo un partido”, indicó el funcionario.
Además de su respaldo a los guardias de seguridad en paro, el Cosatu anunció que el próximo lunes 28 será declarado “Día nacional de la Acción” y que está convocando a trabajadores y a la sociedad en general para marchar rumbo a la Embajada de México en Sudáfrica, ubicada en Pretoria, a fin de solidarizarse con los trabajadores mexicanos, así como con la gente pobre.
Este organismo espera que al menos unas 10 mil personas protesten en contra del “régimen fascista y contrarrevolucionario del gobierno de México” que ha desencadenado una serie de ataques en contra de los trabajadores y sindicatos mexicanos.

Inseguridad “inaceptable”

A pesar de que la policía nacional se ha encargado de la vigilancia en los estadios, periodistas de todos los países e incluso aficionados cuentan que sin boletos ni acreditaciones han podido colarse para ver los partidos sentados cómodamente en algún asiento desocupado.
Un reportero sudamericano de radio y televisión cuenta que entró a la inauguración sin ningún documento. Dice que en medio de la confusión pasó cargando unas mochilas y un tripié. “Para mí está muy bien, pero me pude haber metido con una bomba y nadie se entera”.
Incluso, en el partido de México ante Francia en Polokwane, dos aficionados mexicanos ingresaron al salón de conferencias de prensa. Se supone que en este sitio los reporteros sólo pueden entrar si cuentan con un boleto amarillo, además de su gafete de acreditación.
Para el inglés Pavlos Joseph fue muy fácil llegar hasta el vestidor de la selección de Inglaterra al término del partido que disputó con Argelia en Ciudad del Cabo. El fanático, de 31 años, increpó a David Beckham y a Joe Cole por el resultado del encuentro (un empate sin goles). Joseph fue detenido por el personal de seguridad del equipo. Luego fue citado en la corte donde le impusieron una multa de 500 rands y fue expulsado del resto del Mundial; sin embargo, exhibió las fallas en el aparato de seguridad.
“Resulta totalmente inaceptable para la FIFA que un aficionado pueda llegar al vestidor de un equipo, sea cual sea”, declaró Nicolas Maingot, portavoz de la FIFA.
A su vez, la Federación de Futbol de Inglaterra se quejó ante el organismo al que considera responsable del incidente. “Un aficionado tomó por sorpresa a la seguridad de la FIFA. Dirigimos una queja formal a la FIFA tras el partido, a la que seguirá una carta. No es aceptable que esto ocurra”, señaló un vocero de la federación inglesa.
Peor aún. Hay quien en las calles encontró la manera de colarse. El jueves 17, la policía de la provincia de Gauteng arrestó a dos personas y les decomisó un par de computadoras e impresoras. Con este equipo falsificaban boletos y acreditaciones que vendían entre 250 y 450 rands. Nadie sabe cuántos de los gafetes utilizados para tener  acceso a prácticamente todas las zonas de los estadios fueron fabricados en un pequeño garage aledaño a la estación de policía ubicada en Diepkloof.
Turistas y periodistas extranjeros están a la expectativa. Se les han hecho muchas advertencias: que no deben salir a la calle una vez que ya oscureció, sobre todo si están hospedados en el centro de Johannesburgo; que no deben pedir ayuda a desconocidos para encontrar alguna dirección; que nunca deben andar solos, y que no entreguen la tarjeta de crédito en restaurantes, sino que exijan que les lleven la terminal hasta la mesa para verificar la operación de cobro y no les clonen el plástico.

La jungla

El reportero Ricardo Magallán, de Milenio Televisión, fue sacado a empellones del estadio Peter Mokaba de Polokwane por un grupo de policías que le impidió tomar imágenes del lugar. Recibió asistencia del personal de la Embajada de México en Sudáfrica, que se trasladó de inmediato desde la capital Pretoria hasta dicha sede mundialista. Los diplomáticos le hicieron varias recomendaciones.
“Nos dijeron a mi camarógrafo y a mí que había casos documentados de delincuentes que se estaban metiendo a los hoteles, y a patadas tiraban las puertas; entraban armados con pistolas a vaciar las habitaciones llevándose dinero, tarjetas y todo lo de valor. Que tratáramos de quedarnos varios compañeros en un mismo cuarto, aunque estuviéramos incómodos. También sugirieron que no anduviéramos solos y no camináramos en las calles”, explicó Magallán.
Todavía no comenzaba el Mundial y en las salas de prensa ya se había esparcido la información de que cuatro periodistas chinos fueron asaltados por hombres armados en el centro de Johannesburgo, robándoles dinero en efectivo y una cámara de video. El portavoz de la FIFA, Wolfgang Eichler, indicó que el incidente ocurrió en la calle y que la policía investigaba el incidente. Por ende, “no haremos comentarios al respecto”, dijo.
Al día siguiente de la apertura del evento un fotógrafo portugués y dos periodistas españoles fueron asaltados afuera del hotel donde se hospedaban en Magaliesburgo, a unos 120 kilómetros al noroeste de Johannesburgo. Supuestamente los tres agresores fueron detenidos. “Los arrestos garantizan al contingente de medios extranjeros que la policía de este país está decidida a crear un ambiente de seguridad”, declaró el jefe de la policía nacional, Bheki Cele.
El rosario de hechos delictivos se completa con el robo que sufrieron integrantes de la delegación uruguaya. Mientras asistían al debut de su selección ante Francia, fueron sustraídos de su hotel alrededor de 12 mil dólares; a tres jugadores griegos les robaron dinero en sus habitaciones en un hotel de súper lujo al norte de Durban, y, en el colmo del absurdo, la última víctima fue el exjugador argentino Gabriel Batistuta, quien fue despojado de algunas pertenencias en su habitación del hotel Michelangelo, residencia oficial de Joseph Blatter durante el Mundial.
El Comité Organizador ha insistido de manera reiterada en “que no hay problemas de seguridad en el mundial” y se niega a hablar sobre el punto.
“En nuestra agenda no hay problemas de seguridad. La policía y nosotros hacemos todo lo necesario para preservarla, pero no vamos a entrar en un debate público sobre esta materia. Tenemos que organizar un torneo de categoría mundial y le agradecemos su esfuerzo a la policía, que vela para que sea un evento seguro”, declaró el vocero, Rich Mkhondo.
Además, se refirió al “buen ambiente” que priva en el Mundial y soltó: “Los sudafricanos somos buenos anfitriones”.

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