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lunes, 15 de agosto de 2011

QUE ARDA INGLATERRA, QUE ARDA EL MUNDO.

Hace una semana que miramos con enorme gozo la respuesta de miles de individuos que se han lanzado con violencia contra la máquina de muerte llamada capitalismo, con barricadas, ataques a la policía y sus guaridas, quema de vehículos y comercios propiedad de los dueños del dinero; los ingleses nos inspiran a la insurrección. Los merolicos del capitalismo han intentado convencernos por largas décadas que sólo en el “tercer mundo” hay pobreza y marginación, que en las potencias económicas, entre ellas Inglaterra, el estado ha hecho bien su trabajo y no existe desempleo, ni hambre, ni exclusión, por lo que el desarrollo del sistema capitalista está en permanente ascenso. ¡Nada más falso!


La explotación, discurso del poder no tiene fronteras. Toda la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y a costa de la vida de millones de individuos ocurre en el mundo entero, al capital no le interesa el color, edad, género o nación de los trabajadores sino el valor que de ellos puede ser arrancado. Pero nuestra solidaridad tampoco tiene fronteras y no escatimaremos esfuerzos para apoyar su lucha que es nuestra. Aplaudimos desde el corazón su expresión violenta contra el estado, aunque las bocas purulentas de intelectuales de izquierda los señalen como delincuentes y vándalos sin dirección ni claridad en los objetivos, poniéndose a tono con el discurso basura del gobierno inglés. Estos reformistas y bravucones de escritorio afirman que las revoluciones sólo se hacen desde los grupos de vanguardia, con asambleas democráticas y líderes profesionales en el arte de manipular. Para todos ellos, así como para los hipócritas que desde aquí les alaban pero que repiten cual disco rayado que aquí no hay condiciones para mover un dedo; sólo les decimos que llegará pronto el día en paguen caro su complicidad y colaboración con el capital.


También sabemos de voces que aseguran que la culpa del desastre en Inglaterra es exclusivamente de los inmigrantes, y a la vieja usanza del fascismo (que no es sino otra de las múltiples máscaras del capitalismo) se exacerba el discurso nacionalista que intenta oponer a amplios sectores sociales contra los trabajadores y multitudes de parados que iracundos reclaman en las calles lo que les pertenece. Los “vigilantes”, grupos de fascistas que realizan las mismas tareas que la policía y con la misma impunidad, son promovidos por el gobierno mismo para alentar a otros a proteger las mercancías de las que ni siquiera son dueños. Perros guardianes de la propiedad privada, perpetuadores de la explotación, igual serán barridos por las hordas de desposeídos que toman lo que les pertenece, lo que siempre les ha sido negado, lo que es fruto de su trabajo, lo que cruelmente les ofrecen tras aparadores sin que ellos tengan la posibilidad de adquirirlo.

En el capitalismo es crimen y pecado atentar contra la propiedad privada, y al grito de: “saqueadores y ladrones” lanzan su represión que tiene hoy a miles de proletarios tras las rejas. Pero en esta pútrida realidad no es crimen condenar a muerte por inanición a millones, no es crimen mantener en permanente explotación a trabajadores hambrientos, enfermos y miserables para enriquecer descaradamente a unos pocos que a costa del trabajo ajeno amasan fortunas que no podrían acabarse en una vida, no es un crimen negar una vida decorosa a miles de jóvenes a quienes se ha negado cualquier oportunidad. ¡Que se jodan! Tomemos, robemos, expropiemos, recuperemos lo que ellos nos arrebataron primero.

Las detenciones no apagan nuestra rabia, por el contrario la incrementan y con ella también nuestra violencia; no queremos estados benefactores, ni reformas, ni dádivas; nuestra apuesta es a la destrucción total del capitalismo, no nos conformaremos con menos.

Enviamos un abrazo y saludo libertarios a quienes en los hechos demuestran que contra el enemigo la ofensiva es el único camino.


¡CONTRA LA MUERTE NUESTRA RESPUESTA SERÁ LA GUERRA!

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